viernes, 22 de octubre de 2010

ARTURO PÉREZREVERTE

PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas
analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda.
Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la
patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de
partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré
ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios.
Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es
deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos
habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los
últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este
autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.
De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el
latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el
análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender
el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y
desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más
incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora,
los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en
calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en
todas las materias evaluadas.


Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra
arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta
contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada.
Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe
Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la
culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto,
deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando
por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior
gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando
literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza
pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo
electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete
sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos
devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que
ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones
oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía,
por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su
feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de
cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de
Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos
están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de
maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien,
sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz
de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que
«los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos
cojones.


Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo
comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia
Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la
educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque
tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España
con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos»
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania
grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes,
Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la
preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los
próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados
por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la
ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta
de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad
y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus
alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que
ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate,
descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos
culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de
Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián
Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el
franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel
Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro
Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre
los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene
un imbécil, que un malvado.

Arturo Pérez-Reverte

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